Los probióticos son microorganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas proporcionan beneficios a la salud de la persona que los recibe.

Los seres vivos tenemos microorganismos en la piel, en el aparato digestivo, en el aparato genito-urinario… que forman la flora específica de cada zona.

 Cuando tomamos probióticos ayudamos a:

  • Mantener el equilibrio de la flora intestinal, previniendo o mejorando problemas digestivos.
  • Mantener el equilibrio de la flora vaginal, previniendo o mejorando síntomas de infecciones vaginales y urinarias.
  • Aumentar nuestras defensas.

Para que un microorganismo se considere un probiótico debe de cumplir una serie de características:

  • Ser seguros e inocuos para la salud humana, es decir, que no produzcan enfermedades.
  • Resistir a las condiciones del entorno donde van a actuar, por ejemplo el pH del estómago, las enzimas digestivas, los ácidos biliares…
  • Colonizar el intestino y adherirse a la mucosa intestinal impidiendo el crecimiento de microorganismos patógenos, también producir sustancias antimicrobianas.
  • Ser identificados a nivel de cepa, pues cada cepa sirve para una patología concreta, es decir, cada probiótico ejerce su efecto en una zona determinada.

Todas estas características deben demostrarse en ensayos clínicos.

Los probióticos se pueden encontrar en alimentos, medicamentos y en complementos alimenticios. Entre los alimentos destacan: yogures, queso, leche, productos fermentados, kéfir, chocolate negro, cereales, soja, pepinillos en vinagre, carnes, bebidas alcohólicas artesanales… Los más conocidos son Lactobacillus y Bifidobacterium.

Además de los probióticos también existen los prebióticos y los simbióticos.

Los prebióticos son sustancias de la dieta, hidratos de carbono principalmente, que no podemos digerir. Estimulan el crecimiento de las bacterias beneficiosas en el intestino frente a las perjudiciales. Entre ellos destacan la fibra alimenticia, los galactooligosacaridos, los fructooligosacaridos, la inulina, la lactulosa y el lactitol.

Forman parte de los alimentos como: alcachofas, patatas, trigo, avena, cebada, plátano, miel, legumbres, ajo, cebolla o puerro.

La diferencia entre probióticos y prebióticos es que el probiótico es un microorganismo vivo y el prebiótico es una sustancia sin vida que sirve de alimento al probiótico para que pueda crecer y realizar su función.

Los simbióticos son productos que contienen probióticos y prebióticos juntos, de manera que producen un efecto sinérgico entre ellos, es decir, potencian sus propiedades, siendo el efecto mayor que si estuvieran por separado.

Probióticos en el aparato digestivo

probioticos2Cuando nacemos no tenemos flora intestinal. La empezamos a adquirir en el momento del parto gracias a la flora vaginal de la madre, la lactancia materna y al medio ambiente. Más adelante, con la incorporación de alimentos en la dieta, el contacto con el exterior y los hábitos higiénicos, se va formando nuestra flora.

A lo largo de la vida puede verse alterada por la alimentación, el estrés, los cambios hormonales, las enfermedades que se padezcan, el uso de antibióticos, etcétera.

La flora intestinal se encarga de:

  • Protegernos de bacterias nocivas que producen infecciones. Se adhieren a la mucosa intestinal y producen sustancias antimicrobianas.
  • Producir ácidos grasos de cadena corta, que disminuyen el pH del medio impidiendo el crecimiento de bacterias nocivas.
  • Ayudar en la digestión de alimentos como la fibra y la lactosa.
  • Intervenir en la producción de vitaminas del grupo B y la vitamina K.
  • Reforzar el sistema inmunitario (el sistema inmune intestinal es el más extenso).
  • Ayudar a la absorción de minerales como el calcio, el magnesio y el hierro.
  • Disminuir la colonización por Helicobacter pylori del estómago.

Cuando la flora intestinal esta alterada:

  • Disminuye la absorción de los nutrientes.
  • Se altera el mecanismo de defensa del aparato digestivo.
  • Proliferan las bacterias patógenas produciendo síntomas digestivos como diarrea, aerofagia, distensión abdominal o estreñimiento.

¿Por qué se altera la flora intestinal?

  • Una alimentación incorrecta (comida rápida, abuso de café, alcohol y bollería industrial) o cambios en la alimentación (cuando se viaja a otros países).
  • El uso de antibióticos puede producir diarrea como efecto secundario.
  • Un uso prolongado de laxantes.
  • Trastornos gastrointestinales como la diarrea del viajero, enfermedades inflamatorias intestinales o el síndrome del colon irritable.
  • Infecciones recurrentes, al usar antibióticos periódicamente en cistitis, otitis, faringitis, bronquitis, gastroenteritis…
  • Alergias e intolerancias alimentarias que cursan con síntomas gastrointestinales.

Probióticos en el sistema inmunitario

Como la mucosa intestinal es la parte más extensa del sistema inmune y la flora intestinal es la más compleja, su buen funcionamiento repercute en todo el sistema inmune de nuestro organismo.

Hoy en día la flora intestinal es menos variada debido a un exceso de higiene, el uso de antibióticos a edades muy tempranas, cambios en la dieta, cambios de hábitos… Todos estos motivos han hecho que hayan ido desapareciendo microorganismos que antes estaban en contacto con nuestras defensas y hacían más competitivo y activo nuestro sistema inmune.

El sistema inmune puede verse afectado en las siguientes situaciones:

  • Periodos de convalecencia tras una gripe o un resfriado.
  • Periodos de esfuerzo por un exceso de trabajo, situaciones de estrés, etc.
  • Dieta desequilibrada.
  • Tras la vacunación de la gripe en personas mayores.
  • Cansancio y fatiga.
  • Astenia primaveral sobre todo en cambios de estación.
  • Bajada de defensas que pueden provocar herpes e infecciones recurrentes.

El deterioro de la flora intestinal puede estar relacionado con muchas enfermedades:

  • Alergia y asma.
  • Diabetes y obesidad: las bacterias intestinales tienen actividad metabólica e intervienen en enfermedades metabólicas
  • Enfermedades cardiovasculares.
  • Cáncer de colon: el metabolismo de los nutrientes y los ácidos biliares por la flora puede llevar a veces a la producción de sustancias que pueden transformar las células intestinales en tumorales, por eso es importante que los residuos permanezcan poco tiempo en el organismo.
  • Enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa.

Los probióticos estimulan la capacidad fagocítica de los leucocitos, estimulan las células T, activan macrófagos, estimulan la producción de inmunoglobulinas… En general son muy beneficiosos excepto para personas inmunodeprimidas, pues pueden adquirir infecciones oportunistas, que es lo contrario de lo que se desea.

Probióticos asociados a la toma de antibióticos

Los antibióticos pueden producir diarrea como efecto secundario. Esto es debido a que se produce un desequilibrio en la flora intestinal, ya que el antibiótico destruye las bacterias nocivas pero también las beneficiosas, aumentando la motilidad intestinal y permitiendo el crecimiento de bacterias resistentes que producen diarrea, como Clostridium difficile.

Entre los medicamentos que pueden producir diarrea con más frecuencia están: amoxicilina, clindamicina, ampicilina y cefalosporinas.

Existen algunos factores como edad avanzada, malnutrición, enfermedades asociadas, operaciones abdominales o personas ingresadas en instituciones, que hacen que tengan más probabilidad de padecer la diarrea.

La diarrea, en los casos más leves, desaparece por sí sola. En otros, puede ir acompañada de dolor abdominal, malestar general, fiebre, deposiciones con sangre, deshidratación o disminución de la tensión arterial.

Los síntomas normalmente aparecen de uno a diez días después de terminar con el antibiótico, pero a veces comienzan desde el primer día de tratamiento.

Si la diarrea es leve hay que continuar con el antibiótico, si es grave o empeora (acompañada de los otros síntomas) hay que cambiar el antibiótico, dar rehidratación oral y nunca dar antidiarreicos.

En caso de infección por Clostridium hay que administrar el tratamiento (metronidazol).

Se recomienda el uso de probióticos cuando se administran antibióticos para evitar la aparición de la diarrea o para tratarla si ya ha aparecido. El probiótico, para ejercer su función, se toma dos horas después del antibiótico, en caso contrario podría destruir, además de la flora, su efecto.

Probióticos vaginales y urinarios

Estos son usados solo por mujeres. Existen diferencias anatómicas y fisiológicas del aparato genito-urinario entre el hombre y la mujer, por tanto, también la flora del hombre es diferente a la de la mujer.

La flora del hombre es escasa, ya que la separación que hay entre el ano y la uretra hace que las infecciones no sean frecuentes, excepto en los niños y ancianos que usan pañales. Sin embargo, en el caso de las mujeres, las infecciones son más frecuentes porque la uretra, la vagina y el ano están muy próximos, lo que puede producir contaminación de microorganismos que pasarían a la uretra y de ahí a la vejiga urinaria produciendo cistitis.

Los microorganismos que forman la flora vaginal cambian con la edad:

  • En niñas premenárquicas (antes de tener menstruación) y en mujeres menopaúsicas (cuando ya no hay menstruación), la flora es más parecida a la intestinal.
  • En mujeres en edad fértil existen sobre todo Lactobacilos y en menor medida Gardnerella vaginalis y Candida albicans, que pueden convertirse en patógenos si crecen demasiado.

Los Lactobacilos producen ácido láctico (que crean un pH ácido), agua oxigenada y bacteriocinas que impiden el crecimiento de microorganismos intestinales.

Cuando los Lactobacilos disminuyen, los microorganismos patógenos crecen y producen las infecciones vaginales cuyos síntomas son: olor, picor, ardor vaginal, dolor o irritación al orinar o al tener relaciones sexuales, secreción diferente a lo normal.

Una vez que hay infección, se trata con antibióticos o antifúngicos, después se utilizan los probióticos para recuperar la flora vaginal y que no haya recaídas.

Para prevenir las infecciones se aconseja limpiar la zona perianal de delante hacia atrás, para no arrastrar bacterias intestinales a la uretra.

Para evitar las recaídas, el probiótico se utiliza al final de la menstruación pues es el momento en el que el número de Lactobacilos se ve disminuido y el pH está más elevado.

Los probióticos vaginales se pueden encontrar en tres formas de administración: en cápsulas orales, en óvulos vaginales y en tampones para usar durante la menstruación.

Entre las causas que producen desequilibrio de la flora vaginal están:

  • Uso de anticonceptivos orales, DIU, espermicidas…
  • Tratamiento con antibióticos o antifúngicos.
  • Higiene íntima excesiva.
  • Usar ropa demasiada ajustada.
  • Estrés.
  • Desajustes hormonales durante la pubertad, el embarazo o la menopausia.

A modo de resumen

Los probióticos nos ayudan a mantener el equilibrio de nuestra flora, aumentan nuestras defensas, hacen que podamos prevenir problemas digestivos e infecciones vaginales y urinarias, también nos ayudan a mejorar síntomas de enfermedades gastrointestinales, de infecciones vaginales y cistitis o evitar la diarrea producida por antibióticos como efecto secundario. En definitiva, los probióticos mejoran nuestra salud.